LA SABIDURIA DEL CAMBIO PERSONAL CAPITULO 6


La noche siguiente llegó Julián a casa de John vestido con su túnica roja con bordados. Se acomodaron en la sala y comenzaron a conversar, acompañados de una taza de té.

 Le explicaba de las antiguas técnicas que había aprendido para controlar la mente y para borrar el hábito de preocuparse que tanto afecta a la sociedad. 

He ahí la respuesta a la nueva apariencia de Julián que parecía mucho más joven y sereno.
John se mostró al inicio escéptico pero luego Julián le mostró evidencias que finalmente lo convenció. Julián le decía que parecía que estaba lleno de sus propias ideas, por ello le costaba comprender y aceptar otras.

Que debía practicar las  técnicas que le iba a enseñar por un mes o 21 días para poder formar el hábito.
Julián le comentó que el yogui Ramán le había tratado como un hijo y que al tercer mes de convivir con ellos le inició en las enseñanzas de las 7 virtudes para una vida rebosante de paz, alegría y riqueza interiores que estaban contenidas en la siguiente fábula:
Estás sentado en mitad de un esplendido y exuberante jardín.  Este jardín está lleno de las flores más espectaculares que has visto nunca. El entorno es extraordinario tranquilo y callado. 

 De repente, el silencio del jardín se ve interrumpido por un chirrido fuerte cuando la puerta del faro se abre.  Aparece entonces un luchador de sumo japonés mide casis tres metros y pesa cuatrocientos kilos, con un alambre de color rosa, que avanza indiferente hacia el centro del jardín.

 Cuando el luchador de sumo empieza a moverse por el jardín, encuentra un reluciente cronógrafo de oro que alguien olvidó muchos años atrás.  Resbala y al momento cae con un golpe sordo. 

El luchador de sumo queda inconsciente en el suelo, inmóvil. Cuando ya parece que ha exhalado su último aliento el luchador despierta, quién sabe si movido por la fragancia de unas rosas amarillas que florecen cerca de allí.  Con nuevas energías, el luchador se pone rápidamente en pie y mira intuitivamente hacia su izquierda.  Lo que ve le sorprende mucho.

 A través de las matas que hay al borde mismo del jardín observa un largo y serpenteante camino cubierto de millones de hermosos diamantes.  Algo parece impulsar al luchador a tomar esa senda y, dicho sea en su honor, así lo hace.  Ese camino le lleva por la senda de la alegría perdurable y la felicidad eterna.
Al final de la fábula Julián replicó que su yogui le dijo que nunca descuidara el poder de la sencillez, que la fábula no parece un discurso sofisticado pero que su sensibilidad y objeto son puros.

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